jueves, 16 de agosto de 2012

Cap. XVIII: Conversaciones

Capítulo XVIII 
Conversaciones
1. En la conversación debe traslucirse una alma santamente alegre; así pues, procura mantener un humor constante, cortés y sosegado. Una santa jovialidad hace agradable la devoción, y a los devotos votos. S. Antonio Abad, con ser tan austero penitente, tenía siempre un semblante tan risueño, que daba consuelo el mirarle.

2. En las conversaciones debemos evitar los dos extremos de mucho hablar y de mucho callar. Quien mucho habla, parece inconsiderado y descomedido; quien demasiado calla, da a entender, o que no gusta de la sociedad en que se halla, o que trata de imponer con su silencio.

3. Así como nos reiríamos de aquel que caminando tratase de contar los pasos, así también se pone en ridículo aquel que habla como si contase las palabras. Una cortés y moderada, alegría; deben amenizar nuestras conversaciones.

4. No te turbes si oyeres hablar mal del prójimo: la falta puede ser bastante pública y verdadera sin que tú lo sepas. Pero si de cierto te constare la murmuración, o por ser falso lo que se dice, u oculto lo que se publica ó exagerada la verdad, expone con decoro lo que basta para justificar el prójimo, o deja entrever disgusto con un significativo silencio, o dando otro giro a la conversación, según lo exijan y lo permitan, las circunstancias de las personas y del lugar.

5. Advierte, para tranquilizar tu conciencia, que para hacerse cómplice de la murmuración es preciso aprobarla de algún modo, o aplaudir al murmurador.

6. No seas de aquellos que por escrúpulo hacen la apología de todo pecador, y vano de todo pecado. EI mal verdadero debe ser reprendido, y los culpables que pueden ser nocivos, o con su ejemplo o con sus máximas, deben ser abominados, Gritar al lobo, dice el Santo, es caridad para con las ovejas.

7. Es un deber respetar a los hombres; más no sus pasiones. Así pues, si estando en conversación observares algún discurso, o palabra descompuesta, o irreligiosa, no envilezcas tu carácter con una baja aprobación tácita o expresa. La adulación desdice de un hombre de bien, el cual ni ante el más poderoso sabe aprobar lo que es reprensible. Ni el dictado de hombre merece el que tributa al vicio los derechos de la verdad y de la razón.

8. En las conversaciones honestas, que no den de sí mucha materia, en cuanto cómodamente
pudieres, y sin afectación amenízalas ora con algún oportuno chiste, ora dirigiendo la palabra
con graciosa urbanidad a los circunstantes, preguntándoles alguna cosa o diciendo todo Io que puede agradarles honestamente.
S. Francisco de Sales con a su atractiva y cortés conversación se abrió camino para ganar a muchos pecadores y herejes y tú con ella ganarás también muchos elogios a la virtud. Manifiesta siempre mayor deferencia a los eclesiásticos, por razón de su carácter.

9. Las disputas, los sarcasmos, la intolerancia y la aspereza emponzoñan cualquiera conversación. En el trato debemos ser abejas que dan miel, no avispas que pican y envenenan.

10. No olvides el sabio consejo que nos dan no solamente los santos, sino hasta los mismos filósofos, a saber: que en la conversación debemos ser respetuosos con los superiores, afables con los iguales, y benignos con los inferiores.

11. No debe aprobarse por lo común, el huir del trato decoroso y conveniente al estado de cada cual. Dios que es el maestro de la virtud, es también el autor de la sociedad. Únicamente los viciosos es conveniente que se mantengan separados de los demás. Las personas de buenas costumbres por el contrario: su presencia puede ser de mucha utilidad. Por otra parte conviene que el mundo entienda, que para seguir el Evangelio no es necesario hacerse; invisible; que aquel que vive para Dios, sabe también vivir con los hombres formados a su
imagen; que la vida devota no es áspera ni melancólica, sino al contrario, urbana y suave, y que en ninguna manera se opone s la utilidad temporal, del que vive en el siglo; que lejos, de impedir la decorosa sociedad, la perfecciona; y que se puede y Se debe vivir en el mundo sin espíritu mundano.

12. Si los directores espirituales conviniesen todos en tan importantes documentos, muchas
almas piadosas que pasan sus, días en excesivo y melancólico retiro, enteramente separadas de sus semejantes, servirían de un poderoso y provechoso ejemplo en la sociedad, y no se hablaría en el mundo tan mal de la virtud y de los que la practican.

13. Exceptuando las horas. destinadas a una decorosa y moderada recreación, no estés ocioso un solo instante; pues la ociosidad es el origen de la murmuración, del fastidio y de otras tentaciones aún más peligrosas. 

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