Capítulo XVII
Escrúpulos.
1.
Algunos consideran el escrúpulo como una virtud, siendo por el contrario, un
defecto de los
más
peligrosos. Asegura Gerson que una conciencia escrupulosa o más rígida de lo
que corresponde, puede causar más daño que una conciencia relajada.
2.
Los escrúpulos ofuscan el entendimiento, turban la paz, producen desconfianzas,
apartan de los sacramentos, alteran la salud del cuerpo, y debilitan el
espíritu. ¡Cuántos comenzaron por escrúpulos,
y acabaron por la locura o se entregaron a la disolulión! Huye pues de esta
ponzoña terrible de la piedad, repitiendo con S. José de Cupertino: Escrúpulos
y melancolía no los quiero en casa mía.
3.
Consiste el escrúpulo en el infundado temor de pecar donde no hay motivo de
temer pecado. El escrupuloso no cree que sus dudas y sobresaltos sean escrúpulos,
sino verdad; pero debe creer a su director cuando éste le dice que son escrúpulos.
4.
El escrupuloso no ve en sí más que pecados, y en Dios no descubre sino
indignación y venganza. es menester pues acostumbrarse a considerar a Dios el
atributo de que hace mayor ostentación, cual es el de la misericordia. Este
debe ser el objeto preferente de todas sus meditaciones, pensamientos y
afectos.
5.
Una obediencia total y generosa, es el remedio único para curar los escrúpulos.
Decía san Francisco de Sales, que nuestra oculta soberbia sostiene la
continuación de los escrúpulos, por cuanto queremos preferir nuestro parecer al
del director. Obedece por lo tanto, concluye el Santo sin hacer otro discurso
que este. Debo obedecer, y no dudéis
que así curaréis de tan temible enfermedad.
6.
Los hijos tristes y afligidos agravian muchísimo al Padre celestial, puesto que
con su tristeza dan a entender que es pecado el servir a un Dios de amor y de
infinita bondad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario