Capítulo XIII
Lectura
espiritual y libros que conviene leer.
1.
Es la lectura espiritual para el alma, lo que la comida para el cuerpo.
Conviene pues escoger los libros más a propósito para alimentar el espíritu,
entre Ios cuales merecen un lugar distinguido las obras de S. Francisco de
Sales.
2.
Al practicar la lectura espiritual, lee las materias como si el mismo Dios las
hubiese escrito.
3.
No te aficiones a la lectura de aquellas vidas de santos que refieren cosas
extraordinarias y maravillosas. No pocas personas virtuosas, con aquella
lectura-dejan llevarse de inútiles deseos, y todos quisieran tener las
revelaciones de Sta. Brígida, los raptos de S. José de Cupertino, la penitencia
de los Estilitas. Y al paso que anhelan cosas extraordinarias, descuidan, con
grave perjuicio propio, sus ordinarias obligaciones. Muchos se complacen mas en
lo que merece ser admirado, que en lo que debe ser imitado.
4.
Será muy conveniente así mismo evitar la lectura de aquellos libros ascéticos,
cuyo número
no
es corto , escritos con inexactitud; que confunden los consejos con los
preceptos; que no señalan el orden y los límites de la virtud; que entretienen
a los lectores con bagatelas místicas y meramente exteriores, más a propósito para lisonjear la vanidad que
para reformar el corazón; y cuyos autores creen que se manifiestan más celosos
cuando han descubierto una devoción no conocida en los primitivos siglos de la
Iglesia, o promovido un nuevo método de vida, o un nuevo rigor de doctrina.
5.
Observa el docto Dubin que los herejes de estos últimos tiempos se han
aprovechado de la
ignorancia
y mal entendido celo de muchos libros ascéticos, para impugnar y mofarse de
nuestra Santa Religión.
6.
De aquí es que un juicioso escritor dice muy á propósito: "No basta que
sea hombre virtuoso el escritor ascético, porque también un hombre de virtud
puede decir despropósitos y entretenerse en celosísimas necedades. Es necesario
que sea además, docto y práctico en el mundo; de lo contrario tropezará o en la
doctrina o en su aplicación." Es bien sabida aquella máxima que se
atribuye á Sto. Tomás: Si la persona es
buena y santa, que ruegue por nosotros; y si docta, que nos instruya.
7.
No expresándose con mucha exactitud las ideas de las cosas, se corre riesgo de
desarreglar las costumbres y empeorar el estado actual del mundo. Las máximas
inexactas fomentan escrúpulos en las almas sencillas y tímidas, son el objeto
de la reprobación de los doctos, el pasatiempo de los ociosos y la burla de los
incrédulos.
8.
¡Cuánta inexactitud se observa en muchos de los libros ascéticos que se
reproducen todos
los
días! Seas cauto pues, en su elección y lectura; no sea que en vez de
santificarte se trastorne tu discurso y tu corazón. Acerca del particular sigue
al dictamen de tu director.
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