jueves, 16 de agosto de 2012

Cap. XIII: Lectura espiritual y libros que conviene leer

Capítulo XIII 
Lectura espiritual y libros que conviene leer.
1. Es la lectura espiritual para el alma, lo que la comida para el cuerpo. Conviene pues escoger los libros más a propósito para alimentar el espíritu, entre Ios cuales merecen un lugar distinguido las obras de S. Francisco de Sales.

2. Al practicar la lectura espiritual, lee las materias como si el mismo Dios las hubiese escrito.

3. No te aficiones a la lectura de aquellas vidas de santos que refieren cosas extraordinarias y maravillosas. No pocas personas virtuosas, con aquella lectura-dejan llevarse de inútiles deseos, y todos quisieran tener las revelaciones de Sta. Brígida, los raptos de S. José de Cupertino, la penitencia de los Estilitas. Y al paso que anhelan cosas extraordinarias, descuidan, con grave perjuicio propio, sus ordinarias obligaciones. Muchos se complacen mas en lo que merece ser admirado, que en lo que debe ser imitado.

4. Será muy conveniente así mismo evitar la lectura de aquellos libros ascéticos, cuyo número
no es corto , escritos con inexactitud; que confunden los consejos con los preceptos; que no señalan el orden y los límites de la virtud; que entretienen a los lectores con bagatelas místicas y meramente exteriores,  más a propósito para lisonjear la vanidad que para reformar el corazón; y cuyos autores creen que se manifiestan más celosos cuando han descubierto una devoción no conocida en los primitivos siglos de la Iglesia, o promovido un nuevo método de vida, o un nuevo rigor de doctrina.

5. Observa el docto Dubin que los herejes de estos últimos tiempos se han aprovechado de la
ignorancia y mal entendido celo de muchos libros ascéticos, para impugnar y mofarse de nuestra Santa Religión.

6. De aquí es que un juicioso escritor dice muy á propósito: "No basta que sea hombre virtuoso el escritor ascético, porque también un hombre de virtud puede decir despropósitos y entretenerse en celosísimas necedades. Es necesario que sea además, docto y práctico en el mundo; de lo contrario tropezará o en la doctrina o en su aplicación." Es bien sabida aquella máxima que se atribuye á Sto. Tomás: Si la persona es buena y santa, que ruegue por nosotros; y si docta, que nos instruya.

7. No expresándose con mucha exactitud las ideas de las cosas, se corre riesgo de desarreglar las costumbres y empeorar el estado actual del mundo. Las máximas inexactas fomentan escrúpulos en las almas sencillas y tímidas, son el objeto de la reprobación de los doctos, el pasatiempo de los ociosos y la burla de los incrédulos.

8. ¡Cuánta inexactitud se observa en muchos de los libros ascéticos que se reproducen todos
los días! Seas cauto pues, en su elección y lectura; no sea que en vez de santificarte se trastorne tu discurso y tu corazón. Acerca del particular sigue al dictamen de tu director.

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