jueves, 16 de agosto de 2012

Cap. IX: Presencia de Dios

Capítulo IX 
Presencia de Dios
1. La presencia de Dios es un medio señalado por el mismo Dios a Abrahán para llegar a ser perfecto. Debemos, pues, procurar esta santa presencia con suavidad, sin violentar ni oprimir el espíritu.

2 Sólo en el cielo pensaremos continuamente en Dios, lo cual no es posible en este mundo. Las ocupaciones, las necesidades y la imaginación nos distraen de continuo; y es vano empeño querer ser ángeles o bienaventurados antes de tiempo.

3. Figúranse algunos que no están a la presencia de Dios porque no piensan en él, y se equivocan. Si no piensas en Dios, obras por Dios en virtud de haberle ofrecido de antemano todas tus acciones, y es sin disputa más meritoria la obra que el pensamiento. Sucede frecuentemente, que cuando el farmacéutico prepara la medicina para el enfermo no piensa en él, no obstante que por él trabaja y se afana; siendo este trabajo y afán de mayor utilidad al doliente, que el pensar en él. Mientras lees estudias, comes, o discurres, no piensas en Dios, obras por Dios y esto debe bastar para tranquilizarte y para merecer en toda obra. No nos prescribe S. Pablo que comamos, bebamos, y obremos pensando en Dios, sino con la intención de glorificar y cumplir la voluntad de Dios, como lo efectuamos con el ofrecimiento hecho al empezar el día y con otros actos religiosos.

4. Recorre frecuentemente a las aspiraciones jaculatorias, de las cuales hemos hablado tratando de la oración y sean estas de confianza y amor, mas sin violencia.

5. No debes turbarte aunque pases notable rato sin acordarte de Dios, o sin aspirar a él, pues
el criado haciendo la voluntad de su amo, cumple fielmente con su deber, aunque al practicarla no haya pensado en su señor. No olvides que es más apreciable la obra que el pensamiento; y que el pensamiento es para la obra y no la obra para el pensamiento.

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